El segundo asalto del gran tema político español que dominará 2005 —el Plan Ibarretxe—, finalizó ayer en tablas tras cuatro horas de reunión entre el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el lehendakari (primer ministro) vasco Juan José Ibarretxe.

Ambos dirigentes se ajustaron a un guión previamente anunciado con pocas novedades.

Mientras el gobierno central de Madrid insistía por boca de su vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega en declarar que “nunca se aprobará y jamás, por tanto, se aplicará”, ya que lo considera un error que “conduce a un callejón sin salida”, Ibarretxe volvía a insistir en que sigue buscando un modelo de “relación amable” y de convivencia pacífica entre Euskadi y España. En todo caso, recalcó que si la apertura del proceso negociador es rechazada, y con ello a su juicio la decisión mayoritaria de la sociedad vasca, dará “la palabra al pueblo” vasco para que dé su opinión.

El polémico plan Ibarretxe pretende que sea la sociedad vasca quien determine si quieren seguir siendo parte de España o formar una entidad asociada. En su opinión es “una maravillosa oportunidad de buscar soluciones”.

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