REPRESENTA, mejor que ninguna otra, la palabra de la presente legislatura: crispación. Una palabra sonora, que remite a una contracción, torcedura, ondulación, a un rizado (del latín, crespus), como un crep o crêpe cuando es vertido a una sartén bien caliente. Un concepto sonoro y visual, cargado de fuerza, que implica tensión en un frágil equilibrio, como el rizo del cabello (crespo) que parece desafiar a la ley de la gravedad. Ley que también se puede considerar característica de esta legislatura de la que hablamos; según se define, «la gravedad es la fuerza de atracción mutua que experimentan dos objetos con masa» (Wikipedia). Y es que aparte de lo graves, en sentido laxo, que se puedan considerar los principales temas que dominan estos tres últimos años de la política española, uno está inclinado a pensar que dicha ley aporta un elemento interesante para comprender este estado de (des-)ánimo que parece instalarse por doquier. Me refiero a la 'atracción mutua' que menciona dicho principio newtoniano y que provoca el encuentro entre dos objetos.