La tradición parlamentaria sostiene que las mayorías absolutas anestesian el Congreso de los Diputados. Esa idea ha sido lanzada por la oposición en estos últimos cuatro años. Sin embargo, la séptima legislatura pasará a la historia democrática como uno de los periodos parlamentarios con mayor actividad de control al Gobierno, pese a la mayoría absoluta de la que ha gozado el grupo que apoya al Ejecutivo. Las cifras así lo reflejan: 337 interpelaciones urgentes, 2.279 preguntas al Gobierno en el Pleno, 4.009 preguntas al Ejecutivo en comisión, 73.245 respuestas escritas, 1.675 comparecencias del Gabinete de Aznar en comisión, 1.838 comparecencias de autoridades y funcionarios y 4.594 solicitudes de informe a la Administración General del Estado. Todo ello demuestra que los grupos parlamentarios se han ganado el sueldo en estos últimos cuatro años.

Buena parte de esa actividad de control al Gobierno estuvo centrada en dos asuntos de máxima actualidad: la crisis internacional provocada por la situación en Irak y la catástrofe del «Prestige». No hubo semana- en este último tercio de la legislatura- en que los grupos de la oposición no interrogaran al Gobierno sobre esos dos temas. Otros asuntos de la máxima importancia para la oposición fueron la vivienda, la inseguridad ciudadana, los accidentes de tráfico y las reformas educativas.

Pese a las críticas de la oposición -que acusaron a José María Aznar de despreciar al Parlamento-, el presidente del Gobierno ha batido marcas en preguntas orales contestadas en el Pleno. Un total de 168, con la que supera su propia marca de la legislatura pasada (157). El anterior jefe del Ejecutivo, Felipe González, respondió a 48 preguntas en la quinta legislatura, 43 en la segunda y ninguna en la tercera y la cuarta.

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