Es cómodo, aunque quizás te quede un poco lejos, pero analizando la distancia de tu casa a la mía, posiblemente llegues a la conclusión que es mejor darte un paseo a tener que llamar al Ayuntamiento para que te recojan tus muebles viejos o tener que desplazarte con ellos a cuesta hasta un “Punt verd”.

Ven a mi ascensor, y deja lo que quieras.

Ayer alguien dejó su viejo televisor para que se paseara todo el día arriba y abajo, hasta que un alma caritativa, viendo el semblante mareado de la TV, decidió sacarlo al rellano de la portería para que descansara un poco. Curioso, pero al cabo de un rato la vieja TV tenía un semblante más brillante, como si le hubieran vuelto los colores.

Tanto había cambiado que cuando volví a casa después de pasear al perro, había desaparecido. ¿Fue su dueño que por remordimientos se la llevó de nuevo? No creo, pues quien es capaz de dejar abandonado a una “caja tonta” es porque antes ya la ha sustituido por otra más tonta todavía, con la que podrá visualizar más basura que la que le ofreció su vieja compañera. Más bien creo que alguien desesperado de esperar al técnico de turno para que le repare su también viejo televisor, debió pensar: ¡coño, a lo mejor hasta funciona! Y se la llevó para casa.

Lo dicho, si quieres reciclar, ven a mi ascensor y si tienes suerte, aquello que tengas y por el que sientas un especial cariño por los recuerdos que te trae, quizás en lugar de terminar en la basura, acabe con otra familia que mientas les funcione, le dará techo y calor en invierno.

Antonio